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Foto del escritorEliseo Mojica

Lo que el iceberg nos enseña

Así sea sólo en las películas todos tenemos esa imagen hermosa de la montañita de hielo que se levanta sobre las aguas que sostienen la romántica embarcación que se acerca para admirarla. Toman las fotos, brindan con whisky en "las rocas" y vuelven.


De lo que pocos somos conscientes, es de lo que hay debajo de esa "montañita de hielo que aparece en las fotos" y que realmente es lo que la compone y la sostiene navegando en el mar y que, entre otras cosas, físicamente es mucho más grande de lo que superficialmente se ve.


Así, tal cual, es nuestra vida. Lo que nosotros vemos conscientemente de nuestra vida y creemos que eso somos (así soy yo) es apenas "lo que está sobre las aguas". De hecho, es muy probable que otras personas, cercanas o no, hayan visto detalles de mi manera de existir de los cuales ni yo mismo soy consciente. La noticia es que esto que vemos (nuestros resultados) está construido y soportado por lo que no vemos, que es más grande y corpulento que aquello que vemos y creemos que es todo. ¿y porqué no hemos visto lo que está debajo del agua? por eso mismo... porque está debajo, en lo inconsciente y no es muy común ver que alguien decida meter la cabeza por debajo del agua para ver qué es lo que sostiene lo que aparentemente, o al menos, parcialmente conocemos.



Nuestro mundo inconsciente se nutre de amplísimas experiencias, historias, creencias que mucho antes que nosotros, ya estaban presentes en mi familia, que viven en mi, a las que soy leal por naturaleza y que han sido nutridas por mi experiencia de vida, particularmente por aquella que no recuerdo porque -supuestamente- aún no tenía memoria para grabarla. ¿quién puede, por ejemplo, describir su aventura en el primer año de vida? ¿o en el vientre materno? ¿cuándo aprendí que no soy suficiente, que la vida hay que lucharla? ¿porqué pienso que la vulnerabilidad no puede estar presente en mi vida? ¿cuánto me ha costado cada una de estas percepciones en mi vida?


Muy a menudo viven nosotros afirmaciones como que «no soy suficientemente bueno» o «la gente siempre me decepciona», «nunca alcanzaré mis metas», incluso otras tan conocidas y aparentemente inocentes como «todos los hombres son iguales», o «las mujeres son infieles» frente a ellas, no cabría preguntarnos ¿esto sí es verdad? ¿dónde y cómo aprendí a afirmar esto? ¿esto me sirve? y si me sirve, ¿cómo me sirve?


En fin, puedo afirmar que si hay algo que me parece que no está funcionando en lo que veo sobre las aguas, las respuestas casi siempre están debajo de las aguas, donde está el soporte corporal de lo que si se ve.


Necesitamos tomar entonces la valentía de ir al agua y bajar a reconocer ese mundo interno, oculto, gigante y maravilloso lleno de sabiduría que está listo para ayudarme a aprender de mí y a desplegar mi mejor versión. Eso es muy, muy difícil hacerlo sólo, aunque es un camino válido, por supuesto. Hay personas que se han aislado muchos años en una montaña, que han elegido una vida ascética. Sin embargo, para la gran mayoría de nosotros, en nuestra conformación de vida, esta no es una vía muy cercana, por cuanto sugiero el coaching ontológico, en el que, con nutridas conversaciones, voy descubriendo la sabiduría que necesito para hacer las transformaciones que busco hacer en mi vida. No porque el coach sea un gran gurú o sabio de las alturas, no, no, no; es sólo porque el coach sabe acompañar a que las personas encuentren el gran sabio que vive en ellas; la Vida nos quiere felices, es cuestión de ponernos el traje y.... ¡¡¡al agua!!!



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